MÁLAGA C.F. 1 – REAL ZARAGOZA 2
Al final vamos a tener que reconocer y sacar en conclusión que hay algunas personas que tienen el don de influir en el pensamiento y el accionar de otras -sobre todo en situaciones críticas- de las que logran sacar partido de manera más que eficiente a una serie de cualidades que éstas mantenían en un gran secreto, aunque quizás ni siquiera las tenían, o tal vez nunca las habían logrado desarrollar. O que, también, teniéndolas y sabiendo que las tenían, ni se imaginaban poder tener la oportunidad de ponerlas en práctica.
El hecho es que el mexicano Javier Aguirre nos está demostrando a todos los aficionados del Real Zaragoza el –hasta ahora- enorme trabajo moral y táctico con el que ha sabido comenzar a transformar ciertas malas maneras de pensar y proceder por parte del plantel profesional, preexistentes a su llegada. Esto, teniendo en cuenta que, al momento de asumir sus funciones como Director Técnico hace no mucho tiempo atrás, encontró a un grupo humano con muy poco o nada de moral, vacío totalmente de ilusiones y contenido, carente por donde lo hayamos visto de objetivos deportivos trascendentes, ya sea por intentar cumplirlos en el plano personal ó colectivo.
A todas estas condiciones ausentes del plantel, Javier las encontró derrotadas en la UCI, sin casi ninguna esperanza de poder sobrevivir a un pasado que a estos hombres se les presentaba de manera repetida semana tras semana, y que parecía tener como único horizonte posible una nueva temporada en Segunda división.
Por suerte, la profunda crisis económica, moral y deportiva en la que se vio inmersa el Real Zaragoza, aún así permitió que hubiera un momento de lucidez que permitiera construir mágicamente un pequeño agujero por donde apareciera un hilo de luz en ese tremendo muro de hormigón que era nuestra realidad, la que nos golpeaba día tras día.
Y por allí pasó la luz que nos permitió ver -de menos a más- todo el camino recorrido hasta este presente que tenemos frente a nuestra retina, impávida, como un gran botín de oro reluciente entre un inmenso mar de lodo. Ahí fue también cuando nos vimos reflejados en el espejo de la vergüenza padecida durante los últimos años. Y seguramente allí fue que nos dimos cuenta que debíamos cambiar.
Y vaya si cambiamos, que si acaso sólo sirviera como muestra el partido que el Real Zaragoza ganó hoy de modo ejemplar en una Rosaleda repleta de aficionados malagueños y de petrodólares totalmente carentes de criterios futbolísticos, a nosotros debería bastarnos de sobra, ya que los jugadores que vistieron hoy la camiseta zaragocista son los mismos que antaño, pero en nombre, no en actitud.
Ni el Málaga esperaba cosechar su séptima derrota consecutiva en su propio patio andaluz frente a ese competidor directo en los puestos bajos de la tabla de clasificación, ni seguramente muchos de los aficionados maños apostaban por ver a su equipo tan bien parado en la cancha esta tarde –sobre todo atrás- desde los primeros minutos del partido. Este es, quizás, el primer y fundamental detalle que debemos destacar para comenzar a encontrar las primeras explicaciones acerca del origen de este nuevo gran triunfo obtenido.
Un triunfo que comenzó a gestarse en la tremenda seguridad y confianza que demostró tener en sí misma la línea de cuatro defensas zaragocistas, anticipándose y ganando siempre en la mayoría de las llegadas de los jugadores del Málaga: un planteo que priorizó el cierre en banda de la defensa frente a los ataques malagueños, además del bajar-subir de al menos un mediocampista que echaba una mano siempre a la última línea.
A pesar de ello, fue el local el que comenzó con las llegadas claras: fue a los 11 minutos del primer tiempo cuando los andaluces llegaron por primera vez al arco rival, esta vez con una pelota muy bien robada por Eliseu a Jarosik en la mitad de cancha, por la derecha, que se la jugó más adelante con Julio César Baptista antes de entrar al área, con quien también armó la jugada, y que disparó en rasante al centro del arco sin atacantes ni defensas a la vista que fueran a marcar. En ese momento el balón empezó a hacer carambola entre las piernas de varios jugadores, pasó solitario de frente al arco y el propio Eliseu no supo aprovechar la ocasión, terminando sin más en manos de Leo Franco, el último en el que había rebotado.
A los 15 minutos, Julio Baptista mete un gran disparo que va dar directo al corazón del área zaragocista, al ladito mismo del punto de penal, y Duda que recibe después de haberle ganado la posición a Gabi Paredes, salta y de primera empuja casi sin más esfuerzo. 1 a 0 a favor de los locales.
Dos minutos después, a raíz de una dura falta de Leo Ponzio que le costó una nueva tarjeta amarilla (algo en lo que Aguirre sí debiera comenzar pronto a trabajar, para aislar a Leo de ser siempre el centro de reparto de faltas). Duda es quien remata el tiro libre directo al arco, Franco manotea y gracias a la ayuda de su poste izquierdo desaparece el balón.
Fue recién a los 31 minutos del Primer Tiempo cuando el Zaragoza mostró sus uñas afiladas, en un centro proveniente de un tiro libre desde la izquierda, que Carlos Diogo cabecea con alguna dificultad hacia abajo, cerca del área chica, y da rebote en las piernas de Sergio Asenjo, que luego despeja.
Sólo un minuto después de esta jugada se hace Lafita con el balón en ataque y patea bastante por encima del larguero.
A los 39 minutos, el Real Zaragoza reproduce la misma jugada de tiro libre desde la izquierda, aunque esta vez es Nico Bertolo quien aparece por detrás de todos en el área chica, y sin marca ninguna cabecea directo al corazón del arco, marcando el empate provisional a 1. Y al descanso.
Ya en el segundo tiempo, a los 5 minutos, el árbitro vasco Pérez Lasa decreta que la clarísima falta cometida por Cris a Nico Bertolo dentro del área malagueña, no es penal. Bertolo entró por la izquierda, intenta recortar a Cris, quien deja puesta la pierna frente al paso de Nico. Clarísima falta a favor del Real Zaragoza que seguramente hubiera resuelto el partido con todos defendiendo atrás.
Cuando el reloj daba casi los 10 minutos del Segundo tiempo, es cuando se comienza a llegar a los arcos. Este es el caso de una nueva oportunidad para el Málaga, en la que Duda entra en diagonal al área por la derecha, dispara a media altura superando a Leo Franco y en dirección de la entrada de dos malagueños por el palo contrario, que no llega ninguno a tiempo para empujarla dentro de la red. Otra muy clara situación para el Málaga.
En la jugada siguiente, un minuto más tarde y por la izquierda, una serie de buenos pases consecutivos llegaron a pies nuevamente de Nico Bertolo quien quiso empalar un pase al centro del área para la llegada de un compañero, pero toca el balón Manolo Gaspar y se desvía tanto que casi entra en propia puerta.
Bertolo vuelve a repetir intenciones y pierde otra buena oportunidad para marcar el segundo gol de nuestro equipo en una jugada de contragolpe de un Real Zaragoza que por momentos abrió muy bien el juego y aprovechó los espacios que dejaba libre el Málaga en varias ocasiones.
El Málaga lo tuvo otra vez en los pies del ingresado Quincy, en un disparo raso desde afuera del área en el que Leo Franco da rebote y luego despeja fuerte y alto Ponzio.
A los 32, el recién ingresado Boutahar demostró una vez más su gran capacidad para intentarlo desde media distancia, a poco de la media luna del área del Málaga, y que se le fue por encima del larguero, y que Asenjo tuvo que esforzarse muchísimo por si se le metía.
Unos minutos después, Boutahar vuelve a intentarlo metiendo un pase alto, largo y cruzado, de casi 20 metros, ante la llegada de Sinama (entró por Braulio) al interior del área rival, que logra superar la llegada de dos defensas malagueños y dispara la pelota que Sergio Asenjo tapa muy bien con su pierna derecha.
Una jugada similar tuvo un minuto después Julio Baptista en el área zaragocista, que también logró resolver Leo Franco, conteniendo el balón.
Cuando faltaban sólo cuatro minutos para terminar el partido, un gran pase en profundidad que parte del campo zaragocista para la contra en la subida de Sinama, que queda solo frente a Helder, lo recorta muy bien en el borde del área, y de zurda y ante la salida de Asenjo, la pone suave y cruzada hacia la derecha del portero sin que tenga chance de desviarla.
Un golazo de gran categoría que todavía sigue gritando toda Zaragoza.
Aún tuvo una última oportunidad clara y de cabeza el Málaga de tiro libre que puso por un momento en duda los tres puntos para el equipo de Aguirre. Pero la falta de puntería de los andaluces a la hora de disparar a puerta, y la poca precisión de sus pases durante todo el partido, ganados en su mayoría por el Zaragoza, tiñeron la alegría de amarillo y negro esta tarde en la Rosaleda, ya no en respuesta a aquél fatídico partido de ida (y de otra época pasada…), sino por habernos permitido caer en cuenta de que también se puede ganar de visitante y, encima, jugar a rachas un muy buen fútbol.
Ese fútbol que los nuestros están empezando a saborear y disfrutar gracias a las recetas del gran chef que tiene nuestro banquillo, el vasco Javier Aguirre.
Colaboración de: LEANDRO PIRAGINI
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